martes, 24 de febrero de 2015

Jaque mate.

Caballo negro G-1 a F-3, comienza el juego. El primer paso es meter miedo al oponente, que solo tiene peones en su poder, sacando una de las figuras que consideramos importantes en el tablero. El caballo será el que nos dicte las leyes y condicione a los peones a elegir su camino para abrirse paso ante la multitud, a cambio nos recortará y nos obligará a sacrificarnos si es necesario. Inmediatamente el oponente mueve el peón blanco a F-5 que se encuentra enfrente del airoso caballo. De repente, el Rey negro, da una orden y todos se ponen firmes, es el que tiene el poder, regido por Don Dinero el único Dios verdadero. La que no se estremece es la reina ya que el único Dios que le manda es alguien omnisciente que no se le ve pero que aseguran ciegamente que está allí. La reina vaga a su antojo por todo el tablero ya que no hay nadie que la controle y si intentas "meterle mano" te la corta. Poco a poco, los alfiles van "cargándose" a todos y cada uno de los peones contrarios, ya que encargados de supervisar el trabajo diario e ingresar a fin de mes una pequeña dosis de autoestima. Si un peón blanco intenta sublevarse contra el oponente, enseguida los peones que defienden el reino acuden a su ayuda. Según el grado de sublevación, se usa la violencia para callar bocas con leyes mordaza o, tiran de su imaginación para disuadirnos esa idea a base de risas y programas basura que los mantengan entretenidos mientras que se cargan uno a uno todas la figuritas blancas que se encuentran en el tablero, desvalidas, cuya única arma es la voz lo que no saben es que este arma es muchísimo más potente que cualquier otro método de hacer daño.
Otra jugada maestra por parte de los peones, es aliarse entre ellos. Gritando a una sola voz, juntos con determinación metiendo miedo y presión a los caballos y al Rey (la reina, por supuesto, desde la oscuridad dará ordenes, pero no serán visibles a vista de todos), pero aparecen las torres, con su coletita baja, su barba de tres dias, intentando guiarlos diciendo lo que quieren oir pero sin aportar ninguna solución y, cuando los peones empiezan a no fiarse y tirar de la manta, la voz cantante se va apaciguando poco a poco, pero no llega a callarse nunca.

Objetivo del juego: No gana el más poderoso o el que más manda, gana el que tiene un par de pelotas para enfrentarse a su oponente de frente, sin cortinas de humo ni ataques por la espalda. Gana el que mantiene el tablero en pie y consigue que se muevan las piezas. Ganamos nosotros, pero shhh! ellos no lo deben de saber, viven felices en su falso sillón de cuero pensando que esta situación va a durar para siempre y nos mantendremos toda la vida como peones sometidos a la sumisión.

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